Un año atrás estaba con mi panza grandota… a punto de tener a mi bebita. Ella estaba cómoda (o ya no tanto) en el vientre materno, una pequeña florcita a punto de nacer.
Fue un embarazo que disfruté mucho, si bien tuve algunas molestias, no fueron preocupaciones, eso no opacó mi alegría de estar embarazada en sí, no sólo de tener un nuevo bebé. Porque me encanta estar embarazada, si fuese por mí viviría embarazada… te cambia el cabello, se vuelve más sano y brillante, la piel se torna más transparente, más elástica e hidratada, las venas de todo el cuerpo se traslucen a través de la piel, el corazón bombea a mil la sangre para vos y para la pequeña personita que te habita, tus extremidades dejan de congelarse, permanecen siempre calentitas… la sensibilidad se agudiza, se agudizan los sentidos, el olfato se vuelve indiscutidamente fino. El sueño te vence, te golpea suavemente, y te dejás caer en un mar de sueños placenteramente hermosos…
Tu bebito se mueve... mariposas, burbujas, pececitos… mil maneras de intentar explicar esa sensación cuando se empieza a producir en tu vientre… sí, hay alguien allí, aunque parecía estar todo igual en cierto modo... de pronto aparece… se hace presente con sus movimientos y te dice “mami aquí estoy, ya podés sentirme? Soy algo pequeñito todavía pero ves? puedo moverme! Qué cómodo es estar aquí! Mami, que blandita, dulce y suave eres, que cálida y tierna, que hermoso haber sido creado aquí dentro! Mi primera morada… ”
Los primeros meses se pasan esperando sentir algo inusual, intentando concentrarse en percibir esos pequeños cambios… el sueño, los pechos que se vuelven turgentes… (único momento que pude ver qué se siente tener… algo… tampoco tanto) y esperar la ecografía para poder ver el real cambio que sucede dentro de ti… esa personita que se mueve, late, vive…
Y ya creció un poquito de panza… aunque no sea tan notoria es algo, redondita, chiquita, pero allí está anunciando al mundo que viene un nuevo ser, que alguien pequeñito se está alistando para enfrentar al mundo… y siguen los cambios, los humores y las lágrimas al borde de los ojos siempre, las emociones invaden cuerpo y mente, controlan tu ser.
Y ya cuando la panza está crecida se lleva con orgullo, no entra en ningún pulóver, remera, campera, está allí siempre al frente de todo y hay que andar con cuidado para no golpearla con los movimientos cotidianos… que impide hacer muchas cosas pero es una de las cosas más maravillosas que puede vivir tu mente y tu cuerpo…la panza grande, enorme y movediza, cambiando de formas según se acomode tu bebé.
Sólo durante el embarazo relajás los músculos del abdomen y vas por el mundo felíz de tener panza!
El embarazo… se transcurre lleno de miedos, incertidumbres, decisiones, ansias, alegrías, preparativos, proyectos, amor…
Volvería a estar embarazada una y mil veces...